Polémica por las condiciones laborales en una empresa china subcontratada por Microsoft y otras grandes multinacionales. Cuando la fábrica decidió reducir las horas extra, los trabajadores se quejaron del cambio.
Un reciente informe del National Labor Committee (NLC) estadounidense ha sacado a la luz los abusos a los que son sometidos muchos trabajadores en las fábricas subcontratados en China por algunos gigantes como Microsoft. Las acusaciones se unen a las de otras compañías, como por ejemplo Apple, y vuelven a poner en tela de juicio la cadena económica de la globalización y las condiciones laborales en el gigante asiático.
Este es un tema del que se ha hablado mucho en las últimas décadas y del que se seguirá sin duda hablando. Hoy os ofrecemos la traducción de un largo reportaje publicado por el Nanfang Zhoumo sobre este informe del NLC y las condiciones en esta empresa del sur de China. Como veréis, la realidad es bastante más compleja de lo que parece a simple vista.
Nota a la traducción: en el artículo original se habla de trabajo infantil (realizado por menores de 16 años) y trabajo realizado por menores de edad (los que están entre 16 y 17)
TRADUCCIÓN
Sangre y sudor en las subcontratas de Microsoft
Nanfang Zhoumo, Ding Tingting
Esta es una fábrica subcontratada por Microsoft gestionada como un ejército. Con que los trabajadores violen ligeramente algunas de sus reglas, reciben severas multas o incluso son golpeados por los guardas de seguridad.
Tiempo después, se cambiaron las normas de gestión de la empresa. Las 160 horas extras que solían hacer cada uno de los trabajadores se redujeron a la mitad. Pero los trabajadores no quedaron satisfechos, ya que si trabajaban la mitad, sus sueldos también se reducían a la mitad.
Algunos interpretaron esta foto como una muestra del cansancio de los trabajadores. La responsable, la señorita Nie, afirmó sin embargo que mostraba lo humano de la gestión de la empresa, ya que cada dos horas los trabajadores tienen derecho a diez minutos de descanso.
Imagen por la noche de la empresa Kunying, situada en la provincia de Guangdong, de la que habla el reportaje.
¿Sudor y lágrimas en la fábrica?
El National Labor Committee (NLC) cree que en la empresa Kunying hay niños trabajando y que la mayoría de ellos son menores de edad y estudiantes en prácticas. El departamento de inspección laboral de Dongguan, sin embargo, admite que hay menores trabajando, pero que no se puede hablar de trabajo infantil, y ha instado a la fábrica a hacer reformas.
Un informe de la NLC afirmó que la fábrica Kunying, la segunda mayor productora del mundo de ratones y teclados, tenía a niños trabajando, colocando a la fábrica en el punto de mira de la opinión pública.
Después de tres años de investigación, el informe fue publicado en su página web el 13 de abril, confirmando que la enorme fábrica de Kunying (subcontratada por grandes empresas tecnológicas como Microsoft, Samsung, Asus, Hewlett-Packard y Acer) utiliza una gran número de niños y estudiantes en prácticas, con largas jornadas laborales, controlando las libertades de sus empleados y otro tipo de prácticas abusivas.
El informe utiliza palabras muy duras, como “todos los años, hay cientos de estudiantes de entre 16 y 17 años que son forzados a trabajar en turnos de 15 horas” o “los trabajadores se enfrentan a humillaciones, multas y acoso sexual”.
El NLC se autoproclama como organización no gubernamental. Su objetivo es “investigar y publicar las violaciones de las empresas estadounidenses en las fabricas de los países en vías de desarrollo, protegiendo los derechos de los trabajadores en la economía global”. El informe considera a la fábrica Kunying “un símbolo de la explotación de los trabajadores” y dice que debería “haber un movimiento global contra su explotación». El informe del NLC afecta a dos de las cuatro fábricas de la coorporación taiwanesa KIE Systems en Dongguan [provincia de Guangdong], una de ellas Kunying Computer Products y la otra Xieying Computer Products.
«No sabemos de qué forma entraron en nuestra fábrica», dice la encargada de recursos humanos de la fábrica, la señorita Nie. «De acuerdo a las ropas y gorros que se ven en las fotografías publicadas, se parecen a los de la época 2005-06, por lo que todo lo que han dicho se refiere a ese período de tiempo», afirmó.
Este informe se extendió rápidamente por las empresas nacionales de software de páginas web, provocando problemas en el grupo KIE Systems, sobre todo en su fábrica de Dongguan. El 15 de abril, tras el conocimiento de este informe por parte de la oficina de Recursos Humanos de Dongguan, se envío un grupo de investigadores de recursos humanos para realizar una inspección sobre el terreno.
De acuerdo a las informaciones filtradas por un miembro del equipo de Recursos Humanos de Dongguan, tras el conocimiento de este informe, se enviaron inmediatamente más de 10 personas para investigar las condiciones laborales en la fábrica de Dongguan. El jefe de este grupo de investigadores, apellidado Deng, presentó así la situación: «Procedimos a investigar los documentos del personal en las oficinas». Estos documentos incluían los papeles de registro, documentos de identidad, sueldos, etc…
Las conclusiones de la investigación del Departamento de Recursos Humanos de Dongguan fueron: de los 2884 trabajadores en la fábrica, 385 de ellos eran menores de edad entre 16 y 17 años. Sin embargo, la investigación concluyó que no había niños trabajando.
Preguntado sobre la posibilidad de que los documentos de identidad pudieran ser falsos y sobre el informe en cuestión, el inspector Deng respondió: «Utilizamos todos los procedimientos de inspección oficiales, nos presentamos sin avisar en la fábrica y preguntamos a los trabajadores más jóvenes sobre la situación». Sobre la posibilidad de que esos documentos de identidad hubieran sido utilizados por otra persona, el inspector Deng respondió: «Eso no puede ser. Es muy sencillo. El salario de los trabajadores tiene que pasar por sus cuentas en el banco para poder llegar a sus tarjetas de sueldo (工资卡). Si utilizas el documento de identidad de otra persona, entonces, ¿no te quedarías sin tu salario?».
Sin embargo, el Nanfang Zhoumo, en su investigación de este caso, descubrió que muchos de los trabajadores menores de edad no tienen estas tarjeta de sueldo. «Nosotros recibimos el dinero en la fábrica y se lo damos al profesor, y luego éste nos da el dinero en metálico. No tenemos esa tarjeta», declaró Wang Ping, un menor de la provincia de Guizhou que está «en prácticas» en la fábrica.
Aunque el Departamento de Recursos Humanos de Dongguan afirmó que no había trabajo infantil, ya ha denunciado algunos de los problemas de la fábrica: largas horas extra, que 326 de los menores no hubieran sido registrados en el departamento de Recursos Humanos y que los trabajadores no habían recibido una copia de sus contratos.
Para corregir estos tres problemas, el 15 de abril el Departamento de Recursos Humanos envío a la fábrica de Kunying «una orden de reforma» con un tiempo límite, dándole 7 días para hacer una transformación completa, protegiendo los derechos de los trabajadores de acuerdo a la ley.
Después de recibir la orden, el 16 de abril la fábrica publicó una lista de reformas. Sin embargo, no se dio una respuesta clara a las malas condiciones laborales de los trabajadores ni a las exigencias de los inspectores laborales.
Trabajadores menores de edad
La investigación descubrió que en la fábrica había menores de 16 años que tenían la misma carga de trabajo que el resto del personal.
Entonces, ¿existe el denominado por la NLC como «trabajo infantil» de Kunying? Según el director general de la fábrica, Li Jiongjing, «ese informe es simplemente una calumnia». La inspección del Departamento de Recursos Humanos de Dongguan también negó la existencia de explotación infantil. Sin embargo, esta investigación sí que confirmó que había una centena de menores trabajando en la empresa.
Li Li es uno de estos menores de edad. Vistiendo las ropas de la fábrica de Kunying, esta chica originaria de la provincia de Guangdong nos cuenta su historia. Llegó a la empresa gracias a su prima mayor, supervisora de la fábrica. Li Li lleva trabajando aquí menos de un mes. La realidad es que este año cumple 15 años, aunque para entrar en la fábrica utilizó otro documento de identidad de una persona de 18, lo que la deja de identificar como trabajadora infantil. «Hice esto para entrar más fácilmente en la empresa, me ayudaron en casa a conseguir este documento», reconoce Li Li. Su prima mayor lo explica: «En realidad hay varios trabajadores muy pequeños. Aquellos que son menores cogen prestados los documentos de conocidos o lo hacen a través de la escuela como estudiantes en prácticas». En la temporada alta de contratar personal, cada día se presentan cien o doscientas personas y se necesita mano de obra urgentemente. «¿Quién se va a a ocupar tan seriamente de tu edad?», dice la supervisora.
La situación de Li Zhongyuan es diferente: su edad ya es suficiente para trabajar, pero su documento de identidad dice que todavía no tiene 16 años. Como es una estudiante de una escuela técnica de Guizhou, su profesor la ha traído junto con otra veintena de estudiantes para hacer prácticas.
Li Guixin, que cumplirá 15 años dentro de poco, también está en Kunying «de prácticas». Un conocido la presentó en la empresa. Su trabajo consiste en preparar los materiales, comprobar donde faltan y arreglarlos. Se dice que son «prácticas», pero en realidad tiene las mismas horas extra y el mismo sueldo que el resto de trabajadores.
Gestión militar
«Esto se parece a la vida en la cárcel. Los prisioneros al menos pueden recibir visitas, nosotros no».
¿Cómo es el ambiente y las condiciones de vida de los miles de trabajadores de Kunying, incluidos los menores de edad? Los trabajadores están aislados del exterior y sólo pueden salir en los períodos de tiempos estipulados. De acuerdo con las normas de Kunying, excepto aquellos que están casados, los trabajadores están obligados a vivir en los dormitorios dentro de la fábrica. El tiempo libre para entrar y salir del complejo es de 7:00 a 8:00, de 11:00 a 13:30 y de 17:30 a 21:30. Durante estos períodos de tiempo nadie puede entrar de visita a la fábrica. «Una vez, volví a la fábrica a las 21:34, tan sólo 4 minutos tarde. Recibí una multa descontándome dos días de sueldo, más de 100 yuanes [10 euros]», recuerda Liu Jing, trabajador en el ensamblaje de cámaras digitales de Kunying.
Muchos de los trabajadores entrevistados definieron la fábrica como «gestionada militarmente». Cada vez que un trabajador entra o sale de la empresa tiene que utilizar su tarjeta de identificación. Por norma general, aquellos de fuera del complejo no tienen permitida su entrada a la fábrica. Incluso si viene algún familiar desde muy lejos de visita, la empresa contacta con los trabajadores por teléfono y les hace encontrarse con sus famiares fuera del complejo. «Esto se parece a la vida en la cárcel. Los prisioneros al menos pueden recibir visitas, nosotros no», dice Liu Jing.
La fábrica normalmente organiza el alojamiento de los trabajadores en dormitorios compartidos por 14 personas. De acuerdo a las normas, a las once de la noche se apagan las luces y no se permite hacer ruido; las habitaciones no tienen electricidad, con lo que las baterías de los móviles se cargan en los tiempos marcados y en habitaciones especiales, al igual que su recogida una vez que están cargados. Todos los meses pagan 208 [20,8 euros] yuanes por los costos de vida y todos comen juntos en los comedores de la fábrica.
Todos los días, antes de comenzar el trabajo, el personal forma en línea y el supervisor exige a los trabajadores que se reúnan todos juntos. Primero grita «firmes, a la derecha»; después, «a la izquierda, sentaos». Sólo una vez que se ha hecho esto se puede empezar a trabajar.
En Kunying todavía hay otras normas que estresan aún más a los trabajadores. Por ejemplo, si un trabajador se queda dormido durante las horas de trabajo, se marca como falta leve en su ficha. Si este comportamiento no cambia, se considera falta grave. En los dormitorios comunes no se permite fumar, así que los guardas de seguridad hacen inspecciones por sorpresa: si encuentran cigarrillos, todas las personas del dormitorio reciben una amonestación leve. Volver tarde por la noche se considera falta leve y no volver durante toda la noche supone la expulsión de la empresa. En Kunying, una amonestación leve supone una multa de 120 yuanes [12 euros]; una grave 280 [28 euros].
Los trabajadores también tienen que soportar la presión psicológica que se produce en el ambiente dentro de la fábrica. Liu Jing lo explica: «Los guardas de seguridad son violentos, cuando un trabajador comete una falta a menudo le gritan o dan un fuerte golpe sobre la mesa». Una vez, en el comedor, recuerda Liu Jing, a un trabajador se le cayó por un descuido la comida al suelo. El guarda de seguridad le señaló y le dijo a voces: ¡recoge y come lo que has tirado al suelo! El trabajador no tuvo más remedio que obedecer al guarda, recoger la comida y ponerla en su plato. Cuando el guarda desapareció de su vista, aprovechó para deshacerse de la comida sin que nadie le viera. Este episodio asustó mucho a Liu Jiang.
De acuerdo a una supervisora cercana a los guardas de seguridad, a menudo los guardas vacilan de las golpes que le han dado a un trabajador. «Cogen un palo y les dejan el cuerpo lleno de sangre». De acuerdo a esta supervisora, los golpes se producen cuando los trabajadores han cometido alguna infracción, por ejemplo cuando llegan tarde por la noche o cuando hacen negocio con los productos de la fábrica. Pero, en ocasiones, las palizas ni siquiera responden a este razonamiento. En cuanto a esta situación, Liu Jiang cree que no hay nada que hacer: «Todas las fábricas son así». Lo que más desea que sea cambiado este trabajador es meramente la comida. «Hay platos que vienen con carne, pero ésta es muy muy escasa». Tres veces a la semana, en la cena hay dos bollos de pan (baozi), pero son muy pequeños.
Aún así, también hay trabajadores que están contentos con la gestión de la empresa. Entre ellos está una trabajadora que afirma que «la gestión estricta es buena, así no hay desorden. Si los guardas de seguridad pegan a los trabajadores es porque éstos no les obedecen».
160 horas extra al mes
Ha trabajado en Kunying un mes y esta es la primera vez que «puede decir que tiene un domingo de verdad».
La vida en Kunying es dura.
Antes de la publicación del informe del NLC y las reformas introducidas más tarde, los trabajadores hacían cuatro horas extra de lunes a viernes, doce horas extra los sábados y ocho los domingos.
Liu Jing se levantaba todos los días a las seis de la mañana y a las 6:30 llegaba a las puertas de la fábrica, donde esperaba 10 minutos para pasar su tarjeta de identificación. Cuando se abría la fábrica, el supervisor explicaba a los trabajadores las tareas del día. El supervisor no se olvidaba de recordar la instrucción recibida por los trabajadores: «Los pies y las manos tienen que ser rápidos, trabajando no hay que ser vago». Después, Liu Jing se sentaba frente a una cinta de agua y comenzaba a trabajar. El trabajo de Liu Jing es muy monótono: tiene que instalar la capa de resistencia al agua de las cámaras de fotos, apartando a un lado aquellas en las que entra el agua. Coger una máquina y meterla en el agua, sacarla, meterla… Así durante cuatro horas hasta que llegan las once de la mañana, hora de la comida.
Antes de las 12:30, vuelve a pasar su tarjeta de identificación y continúa trabajando durante cuatro horas, cuando cuenta con treinta minutos para la cena. Después de las 17:20, todos los días hay un turno de horas extra fijas, trabajando otras cuatro horas, hasta las 21:40, cuando finaliza su jornada laboral.
«Al acabar el trabajo, la puerta de la fábrica ya se ha cerrado y no se puede salir. Me preparo unos noodles rápidos, me ducho y me voy a dormir. Al despertarme, comienza otro día igual que el anterior», suspira Liu Jing. Muchos otros trabajadores describen de forma parecida su vida en la empresa, trabajando doce horas al día y estando en la fábrica quince horas. Esta es la situación que describía el informe del NLC y que dejó atónito a todo el mundo. Liu Jing no tenía ni diea de que el artículo 41 de la Ley Laboral de China establece que un trabajador no puede hacer más de 36 horas extra mensuales. Sus horas extra llegaban a 160 al mes.
Sin embargo, hoy en día la duración de las horas extra ya ha mejorado. Dos días después de recibir la lista de consejos del Departamento de Recursos Humanos de Dongguan, la empresa realizó numerosos cambios, entre ellos el de acabar con las horas extra los domingos.
Wang Feng, trabajador de 20 años del departamento de cámaras digitales, recuerda el momento en el que se le notificaron las reformas. El 16 de abril después del trabajo, el supervisor declaró públicamente frente a una veintena de trabajadores: «Desde hoy, de lunes a viernes las cuatro horas extra se reducen a dos; las horas extra del sábado pasan de 12 a 10; y las ocho horas extra de los domingos son completamente eliminadas. ¡Podéis descansar!».
Wang Feng no tenía ni idea de por qué ahora de repente se descansaba. Había trabajado en Kunying un mes. Esta era la primera vez que podía decir que «tenía un domingo de verdad».»Pasé ese día muy relajado, hacía mucho que no descansaba así», recuerda.
Se reducen las horas extra, pero los trabajadores no están satisfechos
Después de las reformas introducidas, la empresa Kunying redujo las 160 horas extra al mes de cada trabajador a 80. Pero lo que ha sorprendido a todo el mundo es que los trabajadores no están nada satisfechos con la reforma, ya que ahora cobran 700 yuanes menos al mes.
Todos los trabajadores, incluidos Liu Jing y Wang Feng, han decidido abandonar Kunying. Tras la reforma, las horas extra son muy pocas, con lo que su sueldo se ha visto reducido.
Aunque a Liu Jing le gustaría tener una vida un poco más «libre» y le encantaría poder descansar todos los fines de semana, también piensa que «la gente siempre tiene que rendirse ante la realidad» y que «tener un sueldo garantizado es lo más básico». «Trabajando en la fábrica, el sueldo depende principalmente de las horas extra». Todos los trabajadores de Kunying contactados se han expresado en los mismos términos. Las ocho horas al día que los trabajadores hacen de lunes a viernes les reportan un sueldo base de 920 yuanes (92 euros), de los cuales se deducen 208 para los gastos de manutención. Si quieren ganar dinero, lo tienen que hacer a través de las horas extra. Las horas extra de lunes a viernes hacen multiplicar su sueldo por 1,5; las de los sábados y domingos por dos. Calculando a cinco yuanes la hora (0,5 euros), antes de la reforma de la empresa un trabajador podía llegar a ganar entre 1800 y 2000 yuanes al mes (180-200 euros). Tras la reforma, sólo alcanza a mil y poco al mes. El dinero de las horas extra se ha reducido en 700 yuanes mensuales (70 euros).
Huang Gang también piensa que trabajar todos los días sólo diez horas es muy poco. Lo mínimo deberían ser doce horas, dice Huang, ya que si no su sueldo no es suficiente. Liu Jing ha decidido buscar otro trabajo, pero ahora mismo no se atreve a renunciar a su puesto, ya que de hacerlo la fábrica le retendría parte de su salario. «Antes te retenían un mes, ahora es un poco mejor, sólo medio mes», dice Liu Jing.
Abandonar la empresa también traería otros costes, como el tiempo y el dinero para encontrar otra fábrica, el alojamiento y la comida. Por lo tanto, ahora «quiere irse, pero no tiene dinero» para hacerlo.
Las horas extra reducidas han sido las mismas para todos los trabajadores mayores de edad, mientras que a los menores se les ha prohibido oficialmente hacerlas. El 18 de abril, la empresa organizó otro examen médico para Li Li y más de trescientos menores de edad, siguiendo las exigencias del Departamento de Recursos Humanos de Dongguan. El 20 de abril fueron transferidos a una cinta de agua «especial» donde no se hacen horas extra.
La encargada de recursos humanos de Kunying, la señorita Nie, piensa que «en la fábrica todos dependen de las horas extra para ganar dinero. Sólo si les hacemos hacer horas extra pueden tener esperanza».
Pero la señorita Nie olvida intencionadamente un asunto: que es el sueldo tan bajo de los trabajadores lo que les obliga a depender de las horas extra para sobrevivir.
El sueldo base de Kunying se ajusta al salario más bajo permitido en la ciudad de Dongguan, 902 yuanes (90,2 euros). Según la señorita Nie, esto se debe al precio de los costes: «Ahora mismo hay una competencia feroz en el sector, las fábricas subcontratadas tienen unos márgenes de beneficio demasiados bajos, el principal beneficio se va a los clientes».
Esta es una cruda realidad de las compañías chinas subcontratadas. En un reportaje publicado por The Economic Observer, se afirmaba que algunos de los productos de las empresas internacionales, como por ejemplo el iPhone, tienen un beneficio del 200%. Sin embargo, las empresas chinas subcontratadas para su proceso tienen un beneficio de tan sólo el 2%.
Por lo tanto, hay gente que piensa que en la superficie son las empresas subcontratadas las que imponen unos salarios tan bajos; pero que las verdaderas causas son las duras condiciones de colaboración impuestas por las compañías internacionales, que fuerzan a las fábricas subcontratadas a seguir teniendo unos márgenes de beneficio muy escasos.
Tras la reforma de las horas extra, el sentimiento que dejó en Li Li fue de «esto sí que es mala suerte». A ella no le preocupa el número de violaciones de sus derechos, sino que está decidida a «trabajar los pocos meses que le quedan para cumplir los dieciocho años, cuando podré hacer las mismas horas extra que los demás y así poder enviar más dinero a casa para que mi hermano y mi hermana puedan estudiar».
Fuentes
► Nanfang Zhoumo: 微软代工厂的血泪 (en chino)
Más
► Toda China: Una fábrica de lencería por dentro (experiencia en primera persona de un empresario sobre las condiciones laborales en China y otras cosas)
La entrada Trabajar para Microsoft en China se publicó primero en ZaiChina.