En las últimas semanas, dos artículos del diario estadounidense The New York Times discutiendo los negocios de Apple en China han provocado una gran repercusión en todo el mundo, especialmente el reportaje en el que se habla de las duras condiciones laborales en la principal subcontrata de la empresa de la manzana, la taiwanesa Foxconn.
Este segundo artículo, titulado “En China, los costes humanos están incorporados en el iPad” (publicado en español por el diario El País) se centra en una de las fábricas de Foxconn en la ciudad de Chengdu, el lugar donde en los últimos años se ha producido y ensamblado la famosa tableta de Apple. Los autores describen las “duras condiciones de trabajo”, los “problemas de seguridad” en la empresa y las “excesivas horas extra”, con trabajadores que llegan a hacer doce horas al día seis días a la semana e “incluso siete días”. También se menciona la contratación de menores y los grandes dormitorios donde se alojan, con hasta 20 personas por habitación.
Condiciones de trabajo en las fábricas chinas
Algunas de las acusaciones más graves vienen de la utilización de componentes químicos dañinos para el ser humano. En este caso se trata de otra subcontrata de Apple instalada en la ciudad de Suzhou y controlada por la taiwanesa Wintek Corp, donde entre 2008 y 2009 un total de 137 trabajadores se vieron afectados por la utilización del componente químico para secar las pantallas del iPhone. Los trabajadores chinos sufrieron graves atrofias musculares y problemas en el sistema nervioso.
El otro gran escándalo se refiere a la explosión que se produjo en mayo de 2011 en la fábrica de Chengdu de Foxconn, donde 4 personas fallecieron y 18 resultaron heridas. Al parecer, el accidente se produjo debido a la acumulación de pequeñas partículas de aluminio, un problema que según algunos expertos citados por The New York Times podría ser fácilmente resuelto mejorando la ventilación. Siete meses después se produjo otra explosión similar en una fábrica de Shanghai que provocó 59 heridos, lo que parece demostrar que ni Foxconn ni Apple están tomando las medidas necesarias para solucionar los problemas de seguridad y condiciones laborales de los trabajadores chinos.
Este largo artículo, publicado en la portada de The New York Times, ha puesto el grito en el cielo en la opinión pública estadounidense, que se ha mostrado escandalizada por el reportaje. Algunos comentarios hablan de “un ambiente de trabajo orwelliano” y de “esclavitud laboral”.
Lo que sigue es una opinión personal que trata de reflejar una visión basada en el contexto político, social y económico de China:
1 – Nada de lo que cuenta The New York Times es nuevo. Todo el mundo lo sabía, aunque prefería mirar para otro lado. En los últimos años ha habido numerosos reportajes y artículos sobre el tema en todos los idiomas, sea hablando de Foxconn, de Apple, de las subsidiarias de Microsoft o de Samsung. Ya en el año 2006, por ejemplo, el británico The Mail destacaba las miserias de una fábrica de Foxconn cerca de Hong-Kong encargada de la fabricación del iPod. El reciente artículo del diario estadounidense es muy bueno, sin duda, pero en realidad habla sobre cuestiones que todo el mundo conocía.
2 – Las acusaciones se han centrado en Apple, pero ésta no es ni mucho menos la única compañía implicada. Está muy bien que se haga hincapié en esta empresa, supuestamente líder en innovación tecnológica en el mundo, pero no nos olvidemos de las demás. Dell, HP, IBM, Motorola, Samsung, Amazon, Nintendo, Nokia, Sony, Toshiba… todas ellas recogen los frutos de trabajadores en condiciones muy similares a las de Foxconn. De hecho, ¿cuántos de los que estáis leyendo este artículo lo estáis haciendo con un dispositivo de Apple? No conviene olvidar que esta empresa no es la única implicada y que el fenómeno es habitual en la mayoría de grandes multinacionales del planeta.
3 – Para cualquiera que haya vivido en China una temporada, la mayoría de fenómenos que se describen en el artículo son cosas que uno puede ver en este país casi a diario. Por ejemplo, el artículo habla de trabajadores que viven en grandes dormitorios, algo que imagino chocará muchísimo a los lectores estadounidenses y europeos. En China, sin embargo, es algo frecuente desde el instituto, cuando muchos niños abandonan sus hogares para instalarse en habitaciones de cuatro, seis o hasta diez personas. Las camas son una tabla de madera, en algunos casos no hay agua caliente ni espejos, la electricidad también se apaga a las once de la noche y en muchos casos no cuentan con calefacción ni aire acondicionado. Esta situación se reproduce también en las mejores universidades del país. Los estudiantes de la Universidad de Pekín, que son de los más privilegiados, viven en habitaciones de cuatro personas y muchos de ellos, en invierno, a temperaturas de quince grados bajo cero, tienen que salir a la calle para llegar a las duchas comunes. Bienvenidos a China.
Otro ejemplo claro es el principal protagonista de la historia, Lai Xiaodong, uno de los tristemente fallecidos en la explosión de la fábrica de Chengdu. Sin duda alguna su muerte se debió a la falta de seguridad y a la precariedad laboral, pero en The New York Times describen como excepcional unas condiciones laborales que muchos quisieran para sí en China: ganar 22 dólares al día (660 dólares al mes) y disponer de habitación propia. Ese sueldo es casi el doble de la media nacional.
4 – Las condiciones de Foxconn que describe el artículo no son ni mucho menos de las peores en China. Gracias a la atención mediática sobre las empresas extranjeras y su subsidiara Foxconn, en los últimos años esta empresa taiwanesa ha intentado mejorar las condiciones de los trabajadores chinos. Aquellas que producen para compañías más pequeñas o en sectores menos conocidos viven en condiciones mucho peores.
En un largo reportaje publicado en abril de 2010 en el Southern Weekend (南方周末), y que nosotros tradujimos en ZaiChina, se describían de la siguiente forma las condiciones de trabajo en una empresa subsidiaria de Microsoft en la ciudad de Dongguan, en la provincia de Guangdong.
“Los trabajadores están aislados del exterior y sólo pueden salir en los períodos de tiempo estipulados. De acuerdo con las normas de Kunying, excepto aquellos que están casados, los trabajadores están obligados a vivir en los dormitorios dentro de la fábrica. El tiempo libre para entrar y salir del complejo es de 7:00 a 8:00, de 11:00 a 13:30 y de 17:30 a 21:30. Durante estos períodos de tiempo nadie puede entrar de visita a la fábrica. «Una vez, volví a la fábrica a las 21:34, tan sólo 4 minutos tarde. Recibí una multa descontándome dos días de sueldo, más de 100 yuanes [15 dólares]», recuerda Liu Jing, trabajador en el ensamblaje de cámaras digitales de Kunying”.
De acuerdo a una supervisora cercana a los guardias de seguridad, a menudo los guardias vacilan de los golpes que le han dado a un trabajador. «Cogen un palo y les dejan el cuerpo lleno de sangre». De acuerdo a esta supervisora, los golpes se producen cuando los trabajadores han cometido alguna infracción, por ejemplo cuando llegan tarde por la noche o cuando hacen negocio con los productos de la fábrica. Pero, en ocasiones, las palizas ni siquiera responden a este razonamiento. En cuanto a esta situación, Liu Jiang cree que no hay nada que hacer: «Todas las fábricas son así». Lo que más desearía cambiar este trabajador es sencillamente la comida. «Hay platos que vienen con carne, pero ésta es muy muy escasa». Tres veces a la semana, en la cena hay dos bollos de pan (baozi), pero son muy pequeños.
5 – No conviene olvidar el contexto chino. Como ya he mencionado más arriba, el artículo de The New York Times es excelente, pero en cierto sentido le falta hablar de cuál es la situación económica, política y social en China. Las comparaciones se hacen siempre con Estados Unidos, un país con casi 10 veces más renta per capita. Pero, ¿qué harían esos trabajadores si no trabajaran en las fábricas de Foxconn? ¿Estarían mejor o peor? ¿Cuáles son las condiciones laborales en China? ¿Qué han significado las compras e inversiones de Apple y tantas empresas extranjeras en el gigante asiático en las últimas décadas? ¿Por qué Foxconn abre una planta en Chengdu y que implicaciones puede tener esto para el centro-oeste del país, la parte menos desarrollada de China?
6 – El mundo en que vivimos. Lo bueno que tienen estos artículos es que, de repente, casi por arte de magia, los ciudadanos de los países desarrollados reaccionan y les da por pensar de dónde vienen los productos que consumen y cómo es posible que ellos puedan disfrutar de un ordenador de última generación en sus casas mientras los trabajadores chinos viven en habitaciones con 19 personas más. Al mismo tiempo, permite ponerle nombre y apellidos a la explotación, y exiger responsabilidades y cambios a los actores implicados.
El caso de Apple y su deslocalización en China es tan sólo un ejemplo más de cómo funciona el capitalismo global en el que vivimos, con empresas buscando los menores costes y la mayor eficacia a lo largo y ancho del planeta, por supuesto sin que les importe demasiado ni las condiciones laborales de los trabajadores ni las consecuencias medioambientales. Todas estas empresas se aprovechan de una mano de obra barata y necesitada, dispuesta a trabajar seis y siete días a la semana con tal de poder alimentar a sus hijos, darles una educación decente y poder pagar los gastos del hospital de sus padres. Al mismo tiempo, países como China intentan aprovechar esta «explotación» a su favor para conseguir salir de la pobreza. Bienvenidos al mundo en que vivimos.
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► Los costes humanos del iPad. Reacción en China.
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